RAFAEL NADAL está cerca del final y así lo sembró durante las últimas semanas, en las que incluso, aquejado por las lesiones, llegó a poner en duda su participación en Roland Garros.

El español, ex número uno del mundo, atraviesa el epílogo de su carrera profesional. En pleno Masters 1000 de Madrid, en la Caja Mágica, hizo una suerte de catarsis existencial en torno a su estado físico y al devenir de su vida.

El jugador de 37 años, catorce veces campeón en Roland Garros, contó: “No sé lo que va a pasar en las próximas tres semanas. Voy a estar peleando y haciendo todo para intentar jugar París. Si se puede, se puede. Y si no, no. No voy a jugar París tal y como estoy hoy. Esa es la realidad. Saldré a jugar allí si me siento capacitado para salir a jugar bien. No se acaba el mundo con Roland Garros, aunque ha sido el torneo más importante de mi carrera. Hay unos Juegos, en diferentes formatos, y no voy a hacer más de lo que pueda o tenga ilusión por hacer”.

El argentino Juan Mónaco, uno de sus mejores amigos del circuito, lo vio de cerca semanas atrás y expresó su opinión acerca del estado anímico y físico de Nadal.

"Estuve con él en Indian Wells, en marzo, y se tuvo que retirar: estaba muy dolorido por un desgarrito en el abdomen. La realidad es que lo noté cansado; ya cumple 38 años. Las exigencias que tiene él no son las mismas que tiene un pibe que esta cien del mundo. Juega los torneos para ganar. Se encontró con este día a día que nunca lo vivió", reflexionó.

Y extendió, en una charla con Urbana Play en Miami: "Es durísimo, porque su cabeza está acostumbrada a ganar y ganar. Y de repente ya no está preparado para ganar. En algún momento la vara empieza a bajar: empieza la pelea interna. 'Yo siempre fui un campeón, salí a matar, y ahora no tengo las herramientas para salir a matar'. Es muy difícil".

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Pico Mónaco, en profundidad.